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Johanna Aristizábal Forero
Psicóloga clínica - Psicoterapeuta holística
Universidad Javeriana
Bogotá Col. Cel. 3115859998
Cuando me amé de verdad...
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!
No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas.
Charles Chaplin
Cuento Sufí ...
Un rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa.
- ¿Por qué no has salido a pescar? - le pregunto el industrial.
- Porque ya he pescado bastante hoy - le respondió el pescador.
- ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? - insistió el industrial.
- ¿Y qué iba a hacer con ello? - preguntó a su vez el pescador.
- Ganarías más dinero - fue la respuesta - De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas... y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo.
- ¿Y qué haría entonces? - preguntó de nuevo el pescador. - Podías sentarte y disfrutar de la vida - respondió el industrial.
- ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? - respondió el satisfecho pescador.
La Muñeca de sal
Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme hasta que, por fin, llegó al mar
Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces.
“Quién eres tú?” , le preguntó al mar la muñeca de sal.
Con una sonrisa, el mar le respondió:
“entra y compruébalo tú misma”.
Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba el él, iba disolviéndose hasta que apenas quedó nada de ella.
Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada:
“! Ahora ya sé quién soy!”.